Los adultos mayores y el calor: cómo afrontar el verano con seguridad

El verano es una estación especialmente delicada para las personas mayores: las típicas olas de calor pueden, de hecho, causar serios problemas. Pero es posible disfrutar mejor de este período con algunas medidas preventivas. 

 

¿Por qué las personas adultas mayores sufren de calor? 

Las personas mayores se caracterizan por una termorregulación corporal menos funcional y, en consecuencia, son más sensibles a los cambios de temperatura. Además, sobre todo si padecen enfermedades crónicas, perciben en menor medida la necesidad de beber y pueden por tanto deshidratarse más fácilmente. Entre las patologías particularmente involucradas en esta dinámica se encuentran la insuficiencia renal crónica, la diabetes, la insuficiencia cardiaca y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. A esto se suma que si la persona vive sola se priva de estímulos externos para hidratarse, aunque sea indirectamente (a través de frutas, jugos, helados, licuados). El riesgo se acentúa aún más por déficits cognitivos, que repercuten en el bienestar general y la capacidad de cuidarse a sí mismo. 

 

¿Cuáles son los peligros más frecuentes? Deshidratación y neumonía de verano 

Estas son las patologías que con mayor frecuencia afectan a los adultos mayores en este período. En particular, es importante que quienes los cuidan recuerden solicitar hidratación varias veces durante el día. De hecho, el estímulo de la sed disminuye drásticamente con la edad y es por eso que “se olvidan” de beber. Ofrecer bebidas alternativas como té o jugos diluidos, y alimentos ricos en agua como sandía o melón, puede ser una buena idea. 

La neumonía estival es un riesgo real esta temporada. Es causado por el cambio brusco de temperatura que experimentan los mayores en el paso de ambientes cerrados con aire acondicionado al exterior. Así que presta atención a la temperatura establecida en el aire acondicionado, nunca debe ser demasiado baja.

 

 

Consejos para pasar un buen verano 

  • Permanecer en el interior durante las horas más calurosas, aproximadamente de 11 a 18. Una vez fuera durante el día, no debe exponerse demasiado a la luz directa, mantener la cabeza cubierta y no permanecer mucho tiempo dentro de los vehículos parados al sol. 
  • Hidratarse cuidadosamente bebiendo mínimo al menos un litro y medio de agua al día, para recuperar un buen nivel de sales minerales: el aumento de la sudoración provoca una mayor pérdida de estas importantes sustancias. 
  • Seguir una dieta equilibrada, que debe incluir frutas, verduras y pasta. No consumir alimentos demasiado grasosos o picantes, bebidas azucaradas, carbonatadas, alcohólicas y limite la ingesta de sustancias potencialmente irritantes como el té o el café. 
  • Optar por ropa ligera, de fibras naturales, posiblemente antiadherentes y de color claro: esto favorece el paso del aire. 
  • Continúe siguiendo los tratamientos médicos y siempre consulte a su médico antes de realizar cualquier cambio. 
  • Preste atención al intercambio de aire en la casa: ventila con un ventilador y sin exponerte a la ventilación directa. 
  • Consulte periódicamente el sistema de detección de olas de calor activado por el Ministerio de Salud, que le permite estar al tanto del nivel de riesgo ciudad por ciudad. A continuación brindamos un link con la finalidad de facilitar este punto, pero puede utilizar el sitio de su preferencia. https://www.inumet.gub.uy/

 

En el Centro Álamos tenemos como principal objetivo cuidar de la salud de cada uno de nuestros huéspedes. Siguiendo lo indicado por nuestra Directora técnica nos enfocamos en cada caso y sus necesidades específicas para planificar intervenciones preventivas y así evitar los efectos adversos del calor y la deshidratación.



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