Nutrición del adulto mayor: una alimentación saludable

Nutrición del adulto mayor: una alimentación saludable

El aumento de la esperanza de vida en la población, es un resultado exitoso para la humanidad por parte de las ciencias de la salud. El avance en la tecnología preventiva y curativa de muchas enfermedades, ha reducido la exposición de condiciones riesgosas, aumenta la expectativa de llegar a la tercera edad en adecuadas condiciones de salud y así, vivir una vejez apropiada. Sin embargo, este resultado biológico puede verse opacado si la calidad de vida de las personas de estas personas no cumple con ciertos principios mínimos. Basada en esta preocupación, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó en 1991 una resolución que describe los Principios de las Naciones Unidas en Favor de las Personas de Edad, para que los países afiliados los incorporen o adapten a sus programas nacionales de salud.

Es por esto que para llegar a la vejez en el mejor estado físico y mental. Una alimentación adecuada es el primer paso, enmarcada en un estilo de vida saludable, que comprende la práctica regular de ejercicios, según la condición física individual, y el abandono de hábitos perjudiciales (tabaco, alcohol, automedicación), sin olvidar la importancia de mantener la mente ocupada en actividades lúdico-recreativas.

Existen elementos relacionados con el envejecimiento que se asocian con una malnutrición. También se encuentra disminuida la sensación del gusto y del olfato. Las papilas gustativas más afectadas son las de la parte anterior de la lengua, encargadas de diferenciar gustos dulces y salados.

Por otra parte, los adultos mayores presentan una menor acidez gástrica, un retardo en el vaciamiento intestinal y una movilidad intestinal disminuida, además de las interferencias propias de la ingesta de diversos medicamentos a la vez. La boca, como cavidad compleja donde se inicia la nutrición, sufre múltiples modificaciones, además de las mencionadas en la lengua; se produce la pérdida progresiva de piezas dentales y en caso de que la persona acceda a una prótesis, ella no siempre se ajusta a la cavidad, provocando importantes molestias.

Las reglas de una buena dieta equilibrada para personas mayores

 

Come tres a cuatro comidas al día. Se debe tener cuidado de mantener un ritmo de cuatro comidas al día: desayuno, almuerzo, merienda y cena. En caso de poco apetito a la hora de la merienda, comer fruta, yogur, un trozo de queso o una galleta integral o sin grasa.

5 frutas y verduras al día. Se pueden consumir crudos, congelados en licuados, enlatados o frescos. Las frutas y verduras son bajas en calorías y le brindan los minerales y vitaminas que necesita diariamente.

Alimentos con almidón/carbohidratos en cada comida. Pan, papas, boñato, choclo, lentejas, garbanzo, quínoa, harina de maíz, arroz y pasta, nos aportan energía e inducen rápidamente una sensación de saciedad. Es importante variar estos alimentos, consumir con cada comida principal al menos ¼ del plato como mas lo prefiere.

Carne, pescado, pollo, cerdo y huevos, una o dos veces al día. Contienen proteínas esenciales para preservar la masa muscular que fisiológicamente disminuye con la edad. Se recomienda variar semanalmente el consumo de carnes rojas magras al menos dos veces por semana y carnes blancas tres veces por semana y pescado al menos dos veces por semana. Los pescados azules (atún, salmón, sardinas, etc.) contienen ácidos grasos omega 3, beneficiosos para la salud cardiovascular.

3 o 4 lácteos al día. Imprescindible para luchar contra la osteoporosis (disminución de la masa ósea) y el riesgo de fracturas. Ya sea descremada, deslactosada o entera. La leche, quesos y ricota proporcionan tanto calcio, como proteínas de alto valor biológico y varia su porcentaje de grasa si es descremada o entera. Elija cremas de postre, flanes o pudding caseros donde podemos controlar el agregado de azúcares en comparación con que las que encontramos en el mercado.

 

Vitaminas, minerales y oligoelementos, nutrientes esenciales con la edad

 

Selenio: combate el estrés oxidativo, principal acelerador del envejecimiento. Se encuentra en productos como lácteos, carnes, mariscos y cereales integrales.

Vitamina C: reconocida por su función inmunológica y antioxidante. Se encuentra en frutas frescas, verduras crudas y jugos recién exprimidos.

Vitamina E: una vitamina antioxidante específica que preserva las neuronas, complementa el proceso de renovación celular de la piel enlenteciendo el envejecimiento. Se encuentra en aceites vegetales consumidos en crudo, frutos secos, semillas y algunos vegetales de hoja verde oscura.

Vitamina D: previene la pérdida de densidad ósea, es fundamental para la fijación del calcio en los huesos. Se encuentra en la yema de huevo, el hígado, las setas (hongos), la palta, las sardinas, el salmón, el atún.

Vitaminas B como el folato (B9) (pero también otras vitaminas B): juegan un papel en la calidad de la memoria, combaten la fatiga y la irritabilidad. Encontramos folato en porotos, verduras, ensaladas, pan y lentejas, entre otros.

  • ¿Debemos tomar complementos alimenticios?

Una dieta estructurada no requiere el uso de cápsulas con vitaminas o minerales. Ningún complemento alimenticio puede aportar todos los beneficios que nos proporciona el consumo variado de todos los grupos de alimentos.

De todos modos, existen patologías que pueden requerir cierta suplementación o en caso de ser una elección personal antes de consumirlo, se recomienda hablar con su médico de cabecera y seguir sus recomendaciones.

¿Qué hacemos en Álamos?

 

Nuestro equipo de médicos y nutricionistas ponen foco en  la nutrición de nuestros huéspedes, como un pilar fundamental en la salud y recuperación de los mismos.

El trabajo en conjunto con nuestro equipo de cocina, nos permite brindar una dieta equilibrada y personalizada para ayudar a mantener un estilo de vida sano y saludable, así  como fortalecer a quienes están en recuperación..



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